Mis actitudes, oportunidad de curación y sanación, como padres de familia con un hij@ con CEA

Autor:  

Mtro. Carlos Aguirre Jiménez

Fecha:  

diciembre 6, 2017


En la medida en que uno trabaja en sí mismo, puede mejorar e irradiar a los demás. “Si yo afino bien mi instrumento, voy a estar bien sintonizado con los de alrededor”. En esta conferencia se toca el tema de curación y sanación, un proceso importante en la vida del ser humano ante cualquier situación adversa.

Lo primero que hay que comprender, es la diferencia entre las siguientes palabras: conducta, comportamiento y actitud. Podemos pensar que significan lo mismo, sin embargo hay diferencias. Una conducta es una respuesta fisiológica; está condicionada por factores genéticos y factores ambientales. Toda conducta busca una finalidad. Un comportamiento es un conjunto de actos determinados por la cultura, actitudes y valores. Por último, una actitud es un juicio evaluativo; una evaluación que hace una persona hacia un objetivo. Cómo me comporto cuando “x” situación pasa. Las conductas se desarrollan a partir de un marco cognitivo, afectivo y conductual (pensamientos, emociones y conductas). Esto quiere decir que, son relativas.

Un ejemplo, para que quede más claro: ¿Ser romántico es una actitud o un comportamiento? Podemos afirmar que regalar flores o escribir una canción son ejemplos de una acciones, es decir, un comportamiento. Sin embargo, todo el peso recae en la manera en que se realice la acción, es decir, la voluntad de hacerlo y la actitud. Cuando una novia le pide al novio que sea romántico, no le está pidiendo que le regale flores; porque puede hacerlo de mala gana, obligado. Ella espera una buena actitud, que lo haga “con ganas”, sonriendo. Entonces, podemos concluir que, ser romántico es una actitud.

 

Como padres, muchas veces entramos en conflicto cuando, queriendo la actitud, pedimos el comportamiento. Se puede caer en el error de preguntarle al niño: “¿te vas a portar bien?” pues, ¿qué es portarse bien? Es más sencillo describir las conductas de lo que se espera de la otra persona, para entender qué es lo que se quiere. No sólo con los niños, sino también con la pareja, familiares, en cualquier relación.

Es posible instruir u ordenar un comportamiento. Sin embargo, si intento instruir u ordenar una actitud se hace una paradoja. Un comportamiento se instruye, una actitud se modela. Se aprende del entorno: vemos, observamos y retomamos. Las actitudes van haciendo creencias. No es eficaz decirle al niño “¿ves cómo se comporta ese señor?” Esperando que analice la situación y adopte una postura al respecto. Es mucho más sencillo ser modelo, para que el niño aprenda una actitud.

Otra distinción que es importante hacer es, entre el significado de curación y sanación. Curación: restituir el organismo al estado previo a la aparición del malestar; tenemos la atención en los síntomas y un modelo de referencia, para regresar al estado en que estaba antes. Sanación: descubrimiento del potencial humano. Sanar es alejarme del sufrimiento. Aquí es importante hacer la distinción entre dolor y sufrimiento: el sufrimiento es una opción, como una actitud, es un juicio. Puede doler pero yo decido si sufrir o no.

El dolor emocional no es una patología, es una condición en el tiempo. Si intento sanar negando la emoción, o alejándome de él, provoco sufrimiento. Es necesario vivirlo y comprenderlo, para poder sanar. Lo reconozco, lo vivo y lo sano. “Si nada sueltas, nada agarras” hay que dejar ir para poder tomar algo nuevo.

Solo hay 2 cristales para ver el mundo: el amor y el temor. Yo decido cuál de las dos posiciones tomo. Cuando el cristal está limpio, puedo ver a través del amor, en mí mismo, en los demás. En ese momento todos somos uno, todos somtos iguales, expresamos luz. Cuando veo con temor, el cristal es empañado, y vemos todo como sombras que asustan y generan temor. Lo que tengo que hacer es decidir cómo quiero mi cristal, cómo quiero que sea mi vida, trabajando en reconocer las emociones y vivirlas, para poder sanar.

Recientes


TDAH en adultos

Laura Ríos y Guadalupe Romero

Los hermanos también son protagonistas de esta historia

Psic. María Olimpia Casillas, Andrea Hernández, Sophia del Castillo y Santiago Caballero