En los ultimos diez años ha proliferado la información sobre el síndrome de asperger. A la consulta de psicólogos, psicopedagogos, logopedas, psiquiatras, neurólogos, etc., llegan con frecuencia familias con diagnósticos previos de síndrome de asperger (diagnósticos no siempre confirmados). Incluso empieza a ser habitual encontrarse con personas adultas auto diagnosticadas con el mencionado síndrome. Afortunadamente cada vez es más frecuente oír hablar de este síndrome en medios científicos, educativos, Internet y medios informativos. Poco a poco esta condición empieza a ser familiar para la sociedad. En contraste con la buena noticia que supone que el síndrome de asperger deje de permanecer en un círculo aislado y sea dado a conocer (y por tanto, a comprender), esta el hecho de algunos “puntos negros” que rodean esta amplia difusión del síndrome y que hace que, en definitiva, el síndrome de asperger sea aún hoy un enigma.
No es posible curar el asperger ya que no es una enfermedad. Es un curso de desarrollo distinto, no mejor, ni peor que el del resto de las personas.
El que haya un miembro de la familia o que se haya tenido previamente un hijo con autismo o asperger, no es factor determinante para que el próximo hijo también presente alguna condición.
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Las personas con síndrome de Asperger pueden tener una vida tan regular como la del resto de las personas, asistir a la escuela, cursar la universidad e incluso formar una familia.
No. Se tiene idea que las personas con síndrome de asperger tienen un coeficiente intelectual superior, sin embargo no es así; lo que es verdad es que poseen intereses muy particulares en los que se pueden volver expertos y es por eso que muchas personas creen que son genios.
Una escuela regular donde se pueda ver beneficiado de la socialización con otros niños.
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