La educación inclusiva como un derecho para las personas en condición del espectro autista.

Autor:  

Mónica Alba Rodríguez

Fecha:  

junio 1, 2016


A partir de la década de 1970 a 1980, se empezaron a considerar los derechos de las personas con discapacidad en México; se crearon escuelas para ciegos y sordos, escuelas de terapia física y ocupacional. Además, se adoptó un modelo que pretendía integrar a estas personas a la sociedad. Con este modelo, se cayó en el error de tratar a las personas con discapacidades físicas como enfermos que requerían de asistencia y que no se podían valer por sí mismos. Por esto mismo, se crearon centros de beneficencia, que buscaban llevar de la mano a estas personas.

Después, el modelo pasó a ser “médico y de rehabilitación”, donde el doctor era la cabeza y decidía que acciones tomar. La educación especializada fue también un paso importante que permitió a las personas, con discapacidad, recibir una educación acorde a sus necesidades, pero que las aislaba en un salón aparte de los demás alumnos. Más adelante, se empezaron a capacitar los maestros para poder dar una integración educativa que permitía a los alumnos con discapacidad recibir una educación en un contexto regular, es decir, dentro de la misma aula. Estamos hablando ya de la década de los 90´s, que inició con la “Declaración Mundial sobre Educación para Todos” de la UNESCO. A partir de este suceso, se dejó de considerar la discapacidad como una enfermedad, sino más bien como una condición de vida, como es el caso de los trastornos específicos de desarrollo, o trastornos del espectro autista. En este momento, se crea un nuevo modelo, basado en la inclusión y ya no en la integración. Se busca brindar apoyo que permita a la persona, con un trastorno de desarrollo, desenvolverse y llegar a ser funcional por su cuenta.

Gracias a la “Declaración de Salamanca” en 1994 y la “Convención Internacional sobre los Derechos de las Personas con Discapacidad” en 2001, se da en México un enfoque holístico y se abre el panorama para las personas con discapacidad, a través de las acciones de Gilberto Rincón Gallardo. El modelo que se adopta en este momento es el de inclusión, el cual se enfoca en varios ámbitos de la persona: la familia, los maestros, la escuela, la comunidad y el entorno en el que se desarrolla. Ya no se habla solo de la persona con discapacidad, sino de todo lo que pasa alrededor. Se da un desarrollo integral, así como una enseñanza homogénea e individualizada, que permite una planeación de naturaleza flexible que atienda a la diversidad. Hablamos ahora de una cultura de respeto y sensibilización, en la que los compañeros intervienen como coterapeutas. Más adelante, estos niños llegarán a ser adultos capacitados y sensibilizados.

Todo este proceso se da a través de análisis, ajustes y capacitaciones; va cambiando poco a poco la política, la cultura y las prácticas. Se tocan temas de accesibilidad física, adaptaciones visuales y arquitectónicas en los espacios y, sobretodo, se busca fomentar la igualdad de oportunidades a partir del “Artículo 41 de la Ley General de Educación”, el cual habla de necesidades educativas especiales y busca adecuaciones curriculares que tomen en cuenta las capacidades, destrezas y/o habilidades de la persona con discapacidad. También se trabajó en el “Programa Nacional de Fortalecimiento de la Educación Especial” y se creó la “Ley general para la Inclusión de las Personas con Discapacidad” en el 2011. Finalmente, en el 2015 se publicó la “Ley General para la Atención y Protección a Personas con la Condición del Espectro Autista”.

Como menciona Mónica Alba en la conferencia, “la inclusión es un camino largo y nos falta mucho por recorrer”. Aunque ya se hayan creado leyes que fomentan la inclusión y promueven la educación flexible, como parte de un diseño universal de aprendizaje y de intervención interdisciplinaria, sigue habiendo muchas áreas de oportunidad para lograr que las personas con condición del espectro autista puedan desenvolverse en su entorno sin necesidad de un monitor o auxiliar, es decir, que tengan las herramientas necesarias para vivir de manera independiente y funcional. “Distintos somos todos… es necesario hablar de diversidad y de aceptación y que en cualquier ambiente podamos estar cualquiera de nosotros y que seamos lo más funcionales posible”.

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